Hay familias que, cuando los padres son muy mayores y no pueden hacerse cargo de ellos, los envían a un asilo. Este acto es muy común en Estados Unidos, pero en Latinoamérica no nos quedamos atrás. Sin duda, para algunos puede ser malo hacerlo, para otros un alivio, y para otros una necesidad, porque no pueden dar la atención que realmente merecen, por lo que optan por pagar a las personas que lo hacen por ellos.
En esta ocasión les hablaré de un anciano cuya familia lo abandonó en uno de estos hogares (asilo), dejándoles una carta que sin duda va a conmover a muchos.
Juan Ramírez, un hombre de 93 años que vivía en un asilo de ancianos. A pesar de su edad, era una persona muy brillante, y cuando descubrió a las personas que amaba con toda su alma, su corazón se llenó de tristeza. Incluso les rogó que lo dejaran vivir en su antigua casa.
La familia rápidamente lo negó, disculpándose porque sería más gasto mantenerlo, además de que tendría compañía en el manicomio, algo completamente
equivocado. Con el paso del tiempo, las visitas de sus familiares disminuyeron. Aunque el lugar es muy bonito y la atención era decente para todos los que estaban allí, el hecho de estar con más personas mayores solo lo hacía sentir más abandonado.
Meses sin ver a su familia, Juan comenzó con una gran depresión, tanto los médicos como las enfermeras hacían todo lo posible para que sus días fueran más felices, con dinámicas y juegos. Pero Juan simplemente no pudo soportar sus días de aislamiento. La tristeza lo venció, ya los pocos días Juan falleció.
Pero fue justo cuando la gente del manicomio estaba limpiando su habitación cuando encontraron una carta dirigida a sus familiares. Por mucho que lo intentaron, no pudieron ponerse en contacto con ninguno de ellos. Era como si ninguna de estas personas quisiera tener nada que ver con el anciano.
Luego, después de un tiempo, uno de sus hijos se dignó visitarlo. Fue entonces cuando le dieron la noticia de que su abuelo había fallecido. Minutos después de leer la carta, tenía muchas lágrimas en los ojos y en las mejillas.
¿Qué decía la nota?
Mi querido hijo. Aunque no tuviste el coraje de cuidarme como yo lo hice por ti desde que era pequeño, quiero que sepas que te perdono. Pienso en ti todos los días, lo que me recuerda lo feliz que era cuando vivía a tu lado. No dejé de querer estar en casa, jugando con mis nietos, aunque no tengo la misma vitalidad que ellos.
Los amo… y quiero que compartan mis palabras con sus hermanos. Por favor, considere darme la bienvenida de nuevo a su casa. Prometo no molestarte. Siento que mi corazón falla todos los días para descubrir lo solo que estoy.
Los ama desde el fondo de su alma… su padre Juan.
¿Que opinas? Sin duda algo que conmueve a todos, compártelo con tus familiares y amigos.